Erradicarse desde dentro y por completo.
Soy sólo este dolor que estoy sintiendo, soy ahora mismo sólo la ausencia de todo lo que he sido.
Y luego, ser por completo en, ser el vacío. Ser el no ser, hasta llenarse lentamente (¿por la atracción inevitable de materia hacia la nada?).

Y por qué habría de extrañarte.
Has sido aire, humo, y aún menos que eso: tan sólo idea.
Ya pasas. Te has ido. Nunca estuviste.
Y sin embargo...

Filigranas de espacio entre los suaves dedos de nieve de este tiempo.
Otro interludio en una espera interminable.
La noche, abierta. Igual que entonces. También mañana.

He anulado los modos y modales.
He tachado los adverbios y adjetivos.
Me he guardado tu nombre, el de tu voz y mi secreto.
Me he llenado de ti como quien junta un cuenco con semillas,
rebosante de vida,
como alguien acunado sobre el cielo de un sueño interminable,
un regazo de noche sobre el que construir ese milagro de saberte
mi mano indivisible,
mirada en el espejo,
amanecer,
posible,
como quien ama.

Como quien ama.

No quiero que, y de ningún modo, noviembre comience sin esta declaración para un principio permanente.

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